lunes, 7 de diciembre de 2009

Nos acostumbramos


Acabamos de colgar unos cuadros en el living continuando con la decoración de nuestra casa… ahora cada vez que paso los miro y digo: ¡Qué lindos! ¡Cómo cambia todo con unos cuadros! Y me lleno de alegría mirándolos (de un lado, del otro, cuando entro, cuando salgo).
Ahora, ¿cuánto me va a durar esta emoción? Digo, seguramente en unos días ya me voy a haber acostumbrado a verlos colgados y directamente van a pasar como invisibles a mis ojos…
¿Por qué nos pasa esto? Un gran enemigo que estoy descubriendo: EL ACOSTUMBRAMIENTO. Qué fácil nos acostumbramos a todo… tanto a lo bueno como a lo malo…
Empecemos con lo malo, cuántas veces nos pasa que se rompe algo y lo arreglamos así no más para luego hacerlo bien, pasan los días y simplemente: NOS ACOSTUMBRAMOS. Hay rincones de nuestra casa que siempre están sucios, y la mugre ya no la vemos, ¿por qué? NOS ACOSTUMBRAMOS. Así pasa con nuestro carácter, esas cosas de nosotros que sabemos que no están bien, pero ya estamos tan acostumbrados a tenerlas con nosotros que no hacemos nada por cambiarlas (vagancia, mentira, chisme, depresión, etc.). El desorden, la mediocridad, la pobreza… no son nuestros enemigos… en problema es que NOS ACOSTUMBRAMOS!
Ahora, no solamente nos acostumbramos a las cosas malas, sino que también nos pasa con las buenas, y eso también se transforma en un enemigo… ¿por qué?
Hace dos meses nos mudamos a otro país… al principio me maravillaba de la vegetación que hay aquí y comparaba con el lugar que dejé, me asombraba con la amabilidad de la gente, todo era nuevo, y todo me sorprendía…
Sólo pasaron dos meses y muchas de esas cosas ya se me hicieron costumbre, ya no me asombran, ya no me acuerdo como era antes… y la emoción simplemente, se fue, ¿a causa de qué? ¡ME ACOSTUMBRÉ!
Y Así pasa también con las personas maravillosas que tenemos a nuestro lado, nuestros hijos, nuestro esposo o esposa, nuestra familia, nuestros amigos… digo, por qué creer en ese dicho que afirma que realmente valoramos algo cuando no lo tenemos… no nos damos cuenta muchas veces de todo lo que perdemos a causa del acostumbramiento.
¿Y con los milagros de Dios? ¿Con su bondad? ¿Con su amor cada día? ¿No nos pasa lo mismo? Ya estamos tan acostumbrados que no nos acordamos cómo era vivir sin ello y nos volvemos DESAGRADECIDOS, ABURRIDOS, RUTINARIOS.
Esto nos lleva a sentirnos insatisfechos, a querer siempre lo que no tenemos. Y no está mal ambicionar más, pero sin perder la emoción de lo que alcanzamos…
Sin olvidar de dónde nos sacó el Señor, sin dejar de disfrutar cada día de todas sus bondades ¡Siendo agradecidos por todo y en todo!
UN GRAN DESAFÍO. Tal vez ayude hacer altares, digo, recordatorios de aquéllas cosas buenas que no queremos olvidar, para que cuando se asome en nuestras vidas EL ACOSTUMBRAMIENTO, vencerlo con nuestros altares.

(por Dulci Krätzig)

No hay comentarios: