sábado, 16 de enero de 2010

Abriendo un camino

"Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había
podido ser curada, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí. Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vé en paz."

Lucas 8:43-48

Existe una expresión en el idioma inglés que me agrada mucho. "Make way" se dice para expresar la necesidad de abrir camino para dar el paso a algo o a alguien.

La solución al terrible problema que por muchos años padeció la mujer del relato bíblico se encontraba a unos metros. Sin embargo, esos metros estaban minados de estorbos y trabas. La Biblia dice que había una gran multitud que "aprieta y oprime" de manera que parecía que llegar hasta Jesús iba a ser un asunto imposible. Esto es lo que normalmente ocurre en nuestras vidas: circunstancias, personas, situaciones que nos aprietan y oprimen haciendo muy difícil el camino a la solución. Muchas veces son actitudes de otros, noticias difíciles de recibir, ofensas, pronósticos que nos dejan desauceados los que nos hacen desistir de emprender la búsqueda.
La mujer de la Biblia pensó que todo obstáculo, toda incomodidad, bien valían la pena si ella era capaz de llegar hasta Jesús y tocar el borde de su manto. Me imagino a esta mujer dolorida, cansada, pero empujando, pegando manotazos y patadas abriéndose camino. Esa actitud le valió su salvación. Su persistencia, su dinamismo, su FE. No se rindió, por el contrario peleó y peleó hasta que lo consiguió.
Que Dios nos ayude a todos nosotros a ser personas que no se quedan de brazos cruzados, sino que tenemos la determinación para abrirnos camino y darnos paso a la sanidad (física, emocional, etc.) que tanto necesitamos.
Pero la historia no termina con la sanidad física. Jesús quiso conocer a la mujer y fruto de esa relación la mujer continuó su camino en Paz. Siempre habrá un mar de dificultades que pretenderán alejarnos del Señor. Estando cerca de Él es la única manera de vivir en paz.

(Dedicado a un héroe, Guillermo Krätzig, quien en estos días nos está dando una lección de cómo se abren caminos).

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